La historia del café en El Salvador

Reformas en el país

Sin embargo, en 1881 y 1882 se promulgaron las llamadas Reformas Liberales, que cambiaron drásticamente la tenencia de la tierra en el país. Un decreto establecía que "el acceso a las tierras comunales dejaba de ser un derecho y que la propiedad privada de estas tierras podía obtenerse mediante el cultivo de productos específicos", como los cultivos de exportación. Otro decreto prohibíala"vagancia", por lo que esta clase recién creada de vagabundos sin tierra se vio de repente obligada a trabajar por salarios de esclavos y en malas condiciones en las plantaciones de café, azúcar y algodón. Estas reformas despojaron de sus tierras a casi la mitad de la población salvadoreña, ya que las comunidades indígenas de El Salvador solían cultivar propiedades comunales y muy pocos agricultores poseían títulos de propiedad individuales de las tierras que trabajaban.

Barones del café

En 1895, el general Tomás Regalado ganó la presidencia. Esta posición permitió al general y a su familia llegar a amasar 6.000 hectáreas de plantaciones divididas en seis provincias diferentes. Después del período de Regalado, los barones del café ocuparon sucesivamente la presidencia durante los treinta y un años siguientes, extendiendo el dominio del café y construyendo sus propias fortunas.

Caída del precio del café - desempleo

En las décadas de 1920 y 1930, las exportaciones de café representaban sólo el 90% de las exportaciones totales del país. Pero lo que parecía una estrategia inteligente durante los años de bonanza pareció una insensatez durante la crisis, y la depresión mundial de los años 30 llevó a El Salvador al borde del abismo. Cuando los precios del café cayeron a un tercio de los niveles anteriores, los productores redujeron los salarios a la mitad y otros despidieron a los trabajadores. El café se pudrió en los campos mientras el desempleo rural se disparaba. El descontento rural se convirtió en ira. Durante tres días de enero de 1932, decenas de miles de campesinos protagonizaron una revuelta abierta en el oeste de El Salvador. Sus acciones fueron reprimidas a balazos.

Treinta mil campesinos fueron asesinados en la peor masacre de El Salvador, La Matanza. Como muestra el historiador Thomas Anderson, La Matanza es una oportunidad para entender "todo el laberinto político de El Salvador". La combinación del fuerte control de la clase de las plantaciones de café y el desesperado proletariado rural resultó tan volátil en las décadas de 1970 y 1980 como lo había sido cincuenta años antes.
Pero la industria cafetera sobrevivió y prosperó tras la Gran Depresión. El Salvador llegó a ser conocido como uno de los productores de café más avanzados gracias a la introducción de tecnología moderna en las plantaciones y sofisticados sistemas de procesamiento del café.

La élite se dividió en dos facciones

Mientras los descendientes de familias españolas seguían controlando la tierra y la producción, los inmigrantes italianos e ingleses se involucraron en las industrias de procesamiento y exportación de café. Con el tiempo, el reducido número de grupos familiares de la élite salvadoreña comenzó a dividirse en dos facciones: la aristocracia terrateniente, que mantenía el modelo de desarrollo de El Salvador basado en los bajos salarios y las plantaciones, y el sector modernizado de productores y exportadores de café, que se abría paso en la economía global y buscaba industrializar y diversificar la economía salvadoreña y su control sobre ella. En la década de 1970, El Salvador se había convertido en el cuarto mayor exportador de café del mundo, pero ni la aristocracia terrateniente ni las facciones modernizadoras de la élite mostraron interés alguno en abordar la pobreza y la dislocación asociadas al comercio del café.

El pobre recolector de café

Para los pequeños productores y trabajadores, el café era una forma de sobrevivir -a duras penas- y carecían de poder para forzar cambios en la industria. Con el tiempo, el campesinado rural se convirtió en un proletariado rural, gente que trabajaba por un salario en lugar de ganarse la vida con sus cosechas.

En los años sesenta y setenta, volvió a estallar un estruendoso descontento en las zonas rurales. El clero católico progresista, influido por la doctrina progresista de la teología de la liberación, empezó a actuar en las zonas rurales y animó a los trabajadores rurales a organizar sindicatos y cooperativas de autoayuda. La élite salvadoreña, especialmente los barones del café, se opuso a sus esfuerzos y formó diversos grupos paramilitares parapoliciales o utilizó a la Guardia Nacional para reprimir violentamente estos movimientos. Aunque muchos líderes murieron, otros pasaron a la clandestinidad y se unieron a la creciente insurgencia izquierdista conocida como Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Temiendo un efecto dominó comunista en la región, Estados Unidos incrementó la ayuda y el apoyo militar a finales de la década de 1970 para contrarrestar a la guerrilla.

Cambio de liderazgo

Estados Unidos también impulsó un programa de reforma social destinado a dividir el apoyo popular a los insurgentes. La reforma agraria era un elemento clave: expropiación de grandes extensiones de tierra, devolución de tierras al campesinado y apoyo a las cooperativas agrícolas. Bajo la presión del gobierno estadounidense, el gobierno salvadoreño anunció la primera fase del programa de reforma agraria. Prácticamente de la noche a la mañana, los plantadores fueron declarados propietarios de cooperativas. Sin embargo, a pesar de esta propiedad de la tierra recién adquirida, se proporcionó muy poca o ninguna asistencia técnica, préstamos bancarios o formación en gestión a los antiguos recolectores de café.

La guerra civil...

Lareforma agraria de 1980 fue un robo para los barones del café, que se opusieron con vehemencia y violencia a las medidas. Aunque se crearon cientos de cooperativas de café gracias a la reforma agraria, el coste fue alto: cientos de cooperativistas y dos expertos estadounidenses en la reforma fueron asesinados por un escuadrón de la muerte de derechas. La violencia alcanzó tales proporciones que los activistas de derechos humanos lanzaron un boicot contra el "escuadrón de la muerte" de El Salvador.

.... y su final

A finales de la década de 1980, el sector modernizador de la élite salvadoreña, incluidos fabricantes y exportadores, quería ampliar su control sobre la economía salvadoreña y diversificar sus posesiones. Se unieron a otros sectores para presionar en favor de la negociación de la guerra civil. Sabían que la guerra tenía que terminar, para poder ampliar el desarrollo económico y llevar a cabo su globalización corporativa. En 1989, Alfredo Cristiani, un candidato modernista de derechas que era un destacado caficultor y banquero, fue elegido presidente. En 1992, el gobierno y el FMLN alcanzaron un acuerdo de paz mediado por la ONU. Las pérdidas fueron catastróficas - setenta y cinco mil personas perdieron la vida durante los doce años de guerra - pero la promesa de una nueva era de paz y prosperidad trajo esperanza al país.

El café como solución a la pobreza

Para un país que se recuperaba de la guerra y se enfrentaba a una pobreza abrumadora, una elevada deuda externa, bajos niveles de educación y otros problemas de desarrollo, el café representaba una oportunidad de cosechar un nuevo tipo de riqueza: una riqueza socialmente distribuida. El café aún representaba la mitad del PIB de El Salvador (datos de 1988). En los años 90, el 78% de las explotaciones y el 40% de la superficie total estaban en manos de pequeños productores. Además, las explotaciones de café representaban la mayor parte de la superficie forestal del segundo país más boscoso del hemisferio, y el café daba empleo directo a 155.000 salvadoreños.

El mercado del café convencional

En los últimos quince años, la política de represión había dado paso a gobiernos civiles, pero los productores de café se enfrentaban a un nuevo reto: el mercado convencional del café. La caída de los precios mundiales del café en la última década ha llevado a la desesperación a los más de 80.000 pequeños productores y recolectores de café del país. Miles se han trasladado a las ciudades en busca de trabajo - en el sector informal como vendedores ambulantes y maquilas textiles - y viven en comunidades de ocupas. Otros miles arriesgaron sus vidas viajando a México y Estados Unidos en busca de trabajo. Más de dos millones de salvadoreños viven ahora en Estados Unidos, y los más de 2.000 millones de dólares anuales que envían a casa para reunirse con sus familias mantienen a flote la economía de su país de origen.

El sombrío panorama para las familias

Para los que se quedaron, el panorama era sombrío. En los departamentos cafeteros de Ahuachapán, Sonsonate, Santa Ana y La Libertad, UNICEF informa de que casi 30.000 familias padecen hambre a causa de la crisis del café. El Ministerio de Salud de El Salvador documenta que, en un año, 4.000 niños menores de cinco años cuyos padres eran productores de café enfermaron de desnutrición. Cincuenta y dos de estos niños murieron.

Comercio justo

Aunque los agricultores se enfrentan hoy a muchos retos, los que están organizados en cooperativas de Comercio Justo reciben los mejores precios y asistencia técnica en la producción, comercialización y exportación de su café. Además, al pertenecer a redes mundiales de defensores y compradores de Comercio Justo, han podido beneficiarse de proyectos de desarrollo y otras formas de apoyo por parte de gobiernos, ONG y agencias de desarrollo religiosas. Una cooperativa de Comercio Justo es El Pinal, fundada en tierras de la provincia de La Libertad expropiadas por el ex presidente salvadoreño Pío Romero Bosque (1927-1931). A diferencia de muchas otras cooperativas de café de El Salvador, El Pinal pudo saldar su deuda de tierras con los bancos. El Pinal utilizó tanto la prima de la venta de su café como los fondos de emergencia de los socios de Comercio Justo participantes para construir una escuela primaria, reconstruir sus casas tras los daños causados por el terremoto y formar a sus miembros en el desarrollo del liderazgo.

Las Colinas

Otra cooperativa de comercio justo, situada en la provincia occidental de Ahuachapán. Los miembros de Las Colinas, una de las provincias más afectadas por los bajos precios del café en el pasado, suelen recibir por su café precios dos o tres veces superiores a los de las comunidades vecinas. La cooperativa heredó un beneficio seco y utilizó sus primas para mantener, reconstruir y mejorar las infraestructuras. Un fondo médico de emergencia permite a los agentes sanitarios de la cooperativa tener a mano un suministro de medicamentos esenciales y ayudar a pagar el transporte a la clínica u hospital local. En 2005, Equal Exchange donó ordenadores a la cooperativa y sus miembros recibieron formación en programas informáticos y uso de Internet.

Esperando tiempos mejores

La primera cafetería de Comercio Justo, "Photo Café", ha abierto hoy en San Salvador. La cafetería vende exclusivamente café de dos cooperativas de Comercio Justo: El Pinal y Las Colinas. Las fotos en la pared y los folletos en las mesas ayudan a educar a los salvadoreños sobre la difícil situación de los agricultores y la importancia del café de Comercio Justo. Los propietarios del café esperan poder empezar a influir en las decisiones de compra de los salvadoreños, aprovechando al mismo tiempo el creciente número de visitantes extranjeros que llegan al país.

El comercio justo tiene sentido

El Comercio Justo ha cambiado la vida de estos agricultores y de otros que participan en cooperativas de café. Cuanto más café de Comercio Justo pueda venderse en este país, más oportunidades podrán ofrecerse a otros agricultores y más podrá prosperar.